miércoles, 9 de diciembre de 2015

7. ¡No tengo una obsesión con pollas grandes!(por María)

Después de una de nuestros sesiones de asesoría matrimonial, el doctor Gonzalaz me pidió reunirnos para una sesión privada, con motivo de conversar sobre lo que él llamó "mi obsesión con los penes grandes."

No sé cómo piensan ustedes, amigas lectoras, pero para mí, cuando un hombre te dice "quiero reunir a solas contigo," es tiempo ponerte las portaligas y sacar las bragas. A la moda de Sharon Stone en esa famosa película. Pues así llegué a la sesión.

"¿Cómo le va, Señora La Cocktease?"

"Listo para el combate, doctor."

"Ay, Señora, no debe mirarla así. Piénselo como una conversación amistosa con alguien de confianza que quiere ayudarle con un problema."

"Y qué problema sería eso, doctor?" dije sentándome y cruzando mis piernas.

"Su obsesión con pollas grandes, por supuesto."

"Mira, doctor," le dije mientras abrí las piernas para darle su primer vistazo al interior de mis muslos. "Admito que prefiero hombres bien dotados. Pero nunca he visto un pene que no me pude resistir, no importa lo grande que era. Así que yo no lo llamaría a eso una obsesión."

"Entonces ¿no le molestaría si haremos un experimento para verificar mi hipótesis, Señora?"

"Como desea, doctor."

"Muy bien. Por suerte, tengo un pene grande. Así que ¿le importa si lo saco para que usted pueda verlo?"

"Míralo, sí. ¿Por qué no? Pero nada más. No olvide que usted está tratando con dama, doctor."

"Entendido, Señora LaCocktease." Y con esto, sacó una polla no poco impresionante que ya estaba empezando a hincharse. Abrí mis piernas y recosté en la silla para darle una mejor vista de mi vulva. Cosa que me pareció importante para demostrarle que quería ser una paciente cooperativa.

"Usted tiene razón, doctor. Es muy grande. Me sorprende que no me di cuenta antes."

"Lo importante es que usted ha dado cuenta ahora," dijo haciendo una pausa, obviamente empezando a estar afectado por sus propias acciones. "Y ya vamos a ver cómo usted va a reaccionar. Entonces voy a seguir acariciándolo para que llegue a su tamaño máximo. ¿De acuerdo?"

"Si eso le parece lo correcto, doctor, estoy de acuerdo. Porque esto sí es una erección impresionante y me gusta ver los penes así. Pero ni piensa que usted va a provocar que lo toca."

"No. Claro que no, Señora" me dijo mientras continuaba a masturbarse, haciendo movimientos hacia arriba y abajo, que parecían tener un gran efecto. "Pero se nota que usted está poniéndose... inquieta, ¿no? Se nota la lengua... más suelta."

"¿Yo?" le respondí levantando mi falda para no estar sentado en ella y así evitar que se moje. "Yo estoy muy tranquila, doctor. ¿Qué piense usted? ¿Qué una mujer con mi experiencia va a calentarse sólo para mirar una erección? ¡Por favor!"

"Claro. Se nota... la tranquilidad... en su voz" me dijo sarcásticamente.

"Y también en la suya, doctor. Además, usted ya tiene el pene muy hinchado. Eso le debe doler como el diablo."

"Y usted parece muy mojada, Señora. ¿No le gustaría... mi ayuda... en algo?"

"Bueno, doctor, mojarse suele pasar con nosotras las hembras. Pues estoy acostumbrada. Pero si quiere ayudar, préstame tu pañuelo." Me pasó, lo usé para secarme un poco el coño y le devolví.

"Puedo oler que usted está en celo, Señora" me dijo levantándolo a su nariz.

"Es verdad, doctor, pero dominando a mí mismo. ¿Usted piensa que esto es la primera vez que estoy mirando a un hombre tocando su pene grande? Ay, doctor, como usted sabe, ¡tengo mucha experiencia con los penes grandes! E incluso si lo suyo es de un tamaño descomunal, esto no significa que voy a ponerme a cien sólo para verlo. No, doctor, soy todo bajo control."

"Yo también, Señora. Yo también."

"Eso me alegra" le dijo mientras tragando un poco de saliva que se había acumulado en la boca. "Pues, ¿perseveraremos?"

"Con gusto..." me dijo. Pero luego se detuvo y levantó el pañuelo a la nariz de nuevo.

"Ehmm, ¡cuidado, doctor! Sé por experiencia que mi olor – es decir mis feromonas - tienen un fuerte impacto en muchos hombres."

"Sí, señora. Me puedo imaginar. Incluso están... impactando.... ¡No! Tómalo, Señora" insistió dándome el pañuelo. "Creo que debemos... terminar... esta sesión... ahora."

"Entonces ven acá y le ayudaré a guardar esta cosa en tus pantalones, doctor. ¿No vaya a eyacular si la toco?"

"Por supuesto que no, Señora."

"¡Vaya! Qué venas tan marcadas tiene doctor, y cómo liso y brillante es la cabeza" le dijo careciendo esta pedazo de polla con los dedos e inspeccionándola de cerca, mientras que me di cuenta que estaba frunciendo mi boca involuntariamente. "¿Le duele mucho?"

"Uhhh... Un poquito..."

"Bueno, una dama verdadera siempre está dispuesta ayudar a un hombre si las cosas se ponen duros para él. Pues, le doy un besito para que se mejora.... Y ahora guardémosla en tu pantalón."

"Ahhh... noooo... Aghhh...."

"¿Todo bien, doctor?"

"Nooo... puedo.... agghhh... contenerme..."

"¿No? Pero me dijiste que no eras eyaculador precoz, ¿no doctor?"


¡Qué desastre!
"Putaa... calientapollas... Argghhh... ¡Me hiciste acabar! Ahggg..."

"Ay, doctor, ¡qué desastre! Realmente debes aprender a controlarte. Ahora todo el mundo va a ver esta gran mancha que hiciste en mi falda. Bueno, la sesión ha terminado ¿no?"

"Sí, Señora. Se terminó."

"Gracias, doctor. Nos vemos."