jueves, 12 de noviembre de 2015

3a. Nuestra Primera Cita - Roberto(por Roberto)

Después de más de una decena de años juntos, María y yo hemos acordado de asistir a algunas sesiones de terapia de pareja con el fin de renovar la pasión en nuestra relación. Luego de entrevistarnos juntos y por separado durante el primer encuentro, el terapeuta dio a cada uno de nosotros la tarea de escribir la historia de la forma en nos conocimos, lo que nos ha atraído el uno al otro, y cómo fue nuestra primera cita. Aquí está la versión de Roberto:

María fue profesora de un curso de postgrado para gerentes que tomé en la universidad y así es cómo nos encontramos. Una noche estábamos hablando después de la clase y se hizo tarde, por lo que la acompañó a su apartamento en taxi.

Ella tenía un cuerpo fantástico, ojos bonitos, y una personalidad muy saliente. Así que cuando llegamos, le di uno de mis mejores besos, con la esperanza de ser invitado a tomar una copa. Eso no funcionó en el momento, pero sí hicimos una cita para el fin de semana.

Habíamos acordado ir a montar caballos y aunque no lo hice por varios años, todavía tenía un par de botas. Acompañé aquellos con una camisa polo y un par de pantalones vaqueros un poco estrechos, así que tengo que admitir que mi paquete estaba muy a la vista. Pero los pantalones de montar que las mujeres usan por lo general marcan bien sus vulvas también, así que no estaba demasiado preocupado que ella estaría ofendida. Y en cualquier caso, el tamaño de mi pene no es algo que puedo disimular con mucho éxito, pues lo dudaba que fuera la primera vez que ella lo ha notado.

Cuando llegué a su departamento para recogerla, ella estaba vestido de pantalones jodhpur de color beige muy, pero muy estrechos - que sí se permitió distinguir el contorno de su vulva -, y una blusa de seda blanca bien ajustada. Llevó puesta botas de montar de cuero negro y andaba con una pequeña maleta deportiva. En su mano tenía una fusta con grande cabo plateado que no dejaba mucha duda sobre lo cual era la inspiración para su forma.

Ella me acerco y le besé la mejilla. "¡Vaya! Esto es un conjunto muy profesional," dije, ya aun más feliz con mi propia elección de ropa.

"¿No recuerdas que te dije que soy una jinete experimentada?" se río, golpeando su palma con la fusta. "¿O pensaste que yo estaba solo hablando tonterías?"

Bueno, resultó que ella sí es una jinete muy experimentada con un espíritu competitivo, mientras yo fui feliz simplemente al no caerme del caballo. Pero hemos pasado una linda mañana de campo y luego un almuerzo excelente.

Después hemos caminado un poco por la estancia, que me gustó, no en parte pequeña porque había cambiado su ropa de montar por un vestido de verano hecho de algodón blanco fino que ha permitido que la luz brillante del día destacaba muy bien la silueta de su cuerpo a través de la tela. Además, fue bastante coqueta y para cuando que habíamos vuelto a su departamento, estaba empezando a darme cuenta de que dentro de esta dama de apariencia tan refinada también era más de un poco de hembra cachonda.


¿De verdad no podía quitarse las botas?
(María 2003)
Y en realidad, no hacía falta mucho tiempo para confirmar esas sospechas sobre ella. Casi tan pronto como entremos en su depa, ella desapareció en el dormitorio bajo la excusa de quitarse las botas. Unos minutos después me llamó para venir y ayudarla, diciéndome como escusa que estaban pegadas a su piel y no podía sacarlas.

Sea como sea el problema, ella sí había sido capaz de sacar todo lo demás de sus prendas y poner una bata de seda fina. Entonces cuando entré en la habitación, se procedió a echarse en la cama, ponerse las piernas en el aire y pedirme quitarse

las botas. Cosa que trate de lograr por varios minutos, mientras la bata cayó completamente abierta exponiéndome una linda vulva bien peinado. Tuvo un clíto prominente y grandes labios menores, los cuales eran más que un poco húmedos y muy, pero muy difícil resistir.

Pues después de algunos minutos más de luchar más contra mis propios instintos que con las botas, me entregué por vencido. Acercaba mi cara a su coño y empecé a lamer suave y lentamente a sus labios. Pero la verdad es que soy adicto al cunnilingus y dentro de algunos segundos de inhalar sus feromonas de hembra en celo, perdí todo control y comencé a comerla en serio.

Entonces después de no sé cuánto tiempo - y algunos intentos para convencer a uno y otro que los dos estábamos totalmente en control de la situación, y en absoluto cachondos - ella me apartó, se sentó en el borde de la cama, y fue en busca de mi verga. A pesar del hecho de que había pasado la mayor parte de la mañana tratando de medirla con los ojos, creo que fue sorprendida por su tamaño. Pues antes de empezar a chuparme realizó algunos comentarios respecto a la idea estereotipada de que los chicos con pollas grandes se ponen estúpidos cuando se hinchan, por falta de flujo de sangre al cerebro.

No sé si tiene algo que ver con mi tamaño o no, pero la verdad es que mi pene en sí no es muy sensible y debido a eso, no suelo disfrutar de mamadas como parece lo demás de los hombres. Necesito una estimulación fuerte y para largo tiempo para darme ganas de entrar en acción. Así que estaba a punto de decirle que se detenga, cuando de repente sentí una sensación increíble, resulta de rociar sus dientes contra mi glande.

Ella notó mi reacción a este y seguía chupándome así, y dentro de algunos minutos estaba jadeando como un corredor de maratones y luchando para mantenerme parada como un boxeador que ha recibido demasiados golpes. Traté de sacarme de su boca, pero no pude, debido que me estaba agarrando por las nalgas.

Pero no pude aguantar más de esta provocación. Ya era hora de follarla. Así que sí saqué el pene de su boca, la empujó sobre la cama, levanté sus piernas y apretó la parte posterior de sus muslos contra mi abdomen. "¡Oye! ¿Tú que haces?" gritó. Pero no me opuso con ninguna resistencia física, pues agarré sus caderas y jalaba su cuerpo para tener su coño en el borde de la cama. Abrió sus piernas y metí la polla hasta los huevos de un solo golpe.


¡Impresionante!
Mi campeona agotada  (2003)
En esta posición, podría alcanzar el cuello del útero cada vez que quería y ella parecía disfrutar mucho de eso. Pero igual mi verga estaba claramente teniendo un efecto devastador en ella, así que decidió probar para ver lo mucho que podría tomar.

Resultó que después de varios minutos ella estaba agotada, sudando de pies a cabeza y pidiendo misericordia. Pero tengo que reconocer que ella lo tomó por mucho más tiempo que la mayoría de mujeres pueden. O mejor le digo que ¡ella fue fantóstica! Era obvio que estaba acostumbrada a grandes pollas, algo que ella no negó cuando le pregunté sobre ello. Me quedé muy impresionado y emocionado.

Y bueno, después de recuperarse un poquito, ella les bajó las cremalleras de sus botas y las quitó sin problema

alguna. Pasamos el resto de la tarde follando lenta y tranquilamente. Así que fue una cita muy divertida.


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